¿CUANTO LO DESEAS?

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Se cuenta que cuando Gotama Buda era todavía un jovencito, viajó hasta un monte apartado en busca de un sabio que se suponía tenía la respuesta para todos los secretos de la vida. Buda quería encontrar a Dios y creía que este sabio podría ayudarle. 
Después de mucho esfuerzo logró encontrarle y le expresó sus deseos. El sabio y el joven conversaron durante un buen rato, y después el primero le pidió a Buda que le siguiera.
 Le llevó a la orilla de un lago, se sentaron y continuaron hablando. 
De pronto el sabio agarró al joven Buda por el cuello y 
lo sumergió en el agua, y lo mantuvo allí. Buda trató de 
escapar de aquella mano de hierro, pero el hombre era más 
fuerte que él. Buda se convenció de que iba a morir. 
Justo cuando el joven estaba a punto de rendirse y aceptar la realidad de la muerte, el sabio lo sacó del agua. 
Buda aspiró el aire con desesperación, costandole un 
poco normalizar la respiración. Cuando lo logró se dispuso 
a gritar en protesta, pero el sabio le silenció con la mano, y 
le dijo: "Cuando tú desees a Dios tan desesperadamente como querías el aire, entonces y sólo entonces, lo encontrarás." 
Los cristianos debemos aprender de esta leyenda. 
Si queremos experimentar la presencia de Dios debemos tener este anhelo ferviente. Diciéndolo con palabras de la 
Escritura: "Como ansia el venado las corrientes de las aguas, así te ansia a ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (Sal. 42:1, 2). 
Si anhelas estar lleno del Espíritu con todo tu corazón, 
sucederá. Quizá no suceda instantáneamente y quizá venga después de gran lucha dentro de tu corazón y mente. Pero la Escritura promete: 
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Mateo 7:7

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